Un hombre bueno llamado Jesús

No pretendo politizar con una cuestión de creencias
sino simplemente contar la historia de un hombre bueno,
al que llamaron “Jesús, el hijo de Dios”.
 

Creer en estas cosas es una cuestión de fe,
y cada uno las canaliza de acuerdo
a lo que quisiera creer.

Yo prefiero rescatar al hombre bueno,
más allá de cualquier política
que se llame Religión.

Cuentan que Él era
un hombre humilde,
hijo de María y de José...

Dicen que era carpintero,
y que tenía una voz dulce,
con mensajes llenos de esperanzas,
que embelesaban a su pueblo.

Él sólo quería brindar sosiego con sus palabras
a los más pobres, a los hambrientos,
a los enfermos y a los desahuciados,
en una época donde había mucha maldad...

Y sin darse cuenta se convirtió
en un referente, y cada vez
más gente lo acompañó y lo escuchó.

Hizo de esos lugares de reunión, su templo
y echó del mismo a los mercaderes,
pues no quería que comerciarán
con su doctrina...

Y por ésta causa el poder lo condena.

Él sólo buscaba llevar sosiego
al corazón de la gente doliente,
a los más pobres y a los enfermos.

Y sin darse cuenta opacó al poder,
con tan sólo su palabra.

Y solamente por esto fue injustamente
condenado, vilipendiado
fue humillado y torturado
y con sorna lo ungieron como
"El Rey" de los judíos.

Lastimaron su piel con
una corona de espinas,
y le hicieron cargar el peso de su tormento,
esa pesada cruz donde le crucificaron,
y en la cual murió rodeado de ladrones.

Dicen que su nombre era Jesús,
y que antes de morir perdonó
a quienes le condenaron y le torturaron.

Y exclamo:

“Padre perdónalos, no saben lo que hacen...”

Su historia se convirtió en una referencia,
y la referencia se convirtió en una religión...

Y a él que era un hombre humilde,
un pobre carpintero,
hijo de María y José,
lo entronizaron en una iglesia
opulenta y contradictoria
a sus enunciados de no acaparar riquezas,
y distribuirlas entre los necesitados.

Parecería que los mercaderes
ocuparon su templo y lucraron con su fe.

Profesan “su fe” supremos sacerdotes
adornados de orlas de oro y de plata,
entronizados en opulentos tronos.

Mientras miles de millones de gentes
tan pobres como aquellas
a quienes Él regalaba sus palabras,
siguen padeciendo el hambre,
las enfermedades y son todavía tan desahuciados
como aquellos de hace dos mil años atrás.

¿Cuántos hombres buenos han nacido desde entonces?
¿Cuántos hombres buenos han sido estigmatizados,
torturados y muertos?

Y a diferencia de Él
sus nombres han sido sepultados anónimamente
por temor a crear nuevos mártires.

Por ese motivo, reniego a las religiones,
Prefiero rescatar a los hombres buenos,
Que siguen echando a los mercaderes
de todos los templos de la vida...

Osvaldo Luis Palladino
10 de diciembre de 2003

Quise escribir un homenaje en referencia a la próxima navidad, con el anhelo de que sea feliz para los pobres de hoy.

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