Lección
del Árbol de Durazno
"Era
un duraznero pequeño que crecía en mi jardín, pero producía
muchas frutas. Duraznos hermosos, dorados, dulces y jugosos. Como
la mayoría de las cosechas, los duraznos no aparecieron de
repente; crecieron gradualmente a través de un proceso. Cada
primavera las hojas aparecían primero en el árbol, luego
los capullos, y finalmente comenzaban a brotar los frutos
pequeños. Las diminutas protuberancias crecían constantemente
hasta que todo el árbol quedaba cubierto con el fruto maduro. Yo
tenía que podar y asperjar el árbol ocasionalmente, pero a parte
de eso sólo recogía y comía los frutos. Cada primavera daba una
nueva cosecha.
Entonces
una primavera algo diferente, sucedió. Las hojas salieron
normalmente; los capullos brotaron; incluso aparecieron algunos
brotes pequeños de frutas. Pero entonces todo cambió. Las hojas
que siempre habían sido tan verdes y frondosas comenzaron a
volverse amarillas y marchitas. Y el árbol dejó de crecer. Yo
asumí que era un problema de agua. Rápidamente remojé el
árbol. Continuó marchitándose. Alarmado llamé a un
especialista El me dijo que parecía el insecto perforador de
durazno. Me dijo que examinara el suelo. Nunca había oído hablar
de perforadores de durazno, pero seguí sus instrucciones y lo
examiné. Unas cuantas pulgadas debajo del suelo, donde el tronco
terminada y comenzaba el sistema de la raíz, los encontré:
pequeños insectos perforadores blancos. Se habían comido toda la
base del árbol, no a través del tronco, sólo la capa externa.
Pero debido a que la nutrición de las raíces fluye a través de
la capa exterior, estos pequeños perforadoras habían
efectivamente cortado el árbol de las raíces.
Hice
todo lo que pude para salvar el árbol. Pero era demasiado tarde.
Herido desde la raíz, el árbol murió. Y con él, mis frutos.
Sólo quedó madera muerta, y un mensaje:
"Usted
no puede tener frutos a menos que cuide las raíces"
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