Enséñame Señor, a ser dulce y delicado en todos los acontecimientos de la vida; en los desagrados, en la falta de consideración de los demás, en la insinceridad de aquellos en quienes yo confiaba...en la infidelidad de aquellos en quienes yo me apoyaba.
Déjame Señor, que me ponga a un lado para pensar en la felicidad de los demás.
Déjame Señor, que oculte mis penas y mis angustias, para que yo sea el único en sufrir sus efectos.
Enséñame, a aprovecharme del sufrimiento que se me presenta en mi camino.
Déjame que lo use para suavizarme, no para endurecerme ni amargarme.
Señor, deja que me haga paciente, no irritable, generoso en mi perdón, no mezquino, altivo e insufrible.
Que nadie sea menos bueno por haber percibido mi influencia.
Que nadie, Señor, sea menos puro, menos auténtico, menos dulce, menos noble, por haber sido mi compañero de viaje en nuestra jornada hacia la VIDA ETERNA.
Y mientras voy dando vueltas de una distracción a otra, déjame Señor, susurrar de rato en rato una palabra de amor hacia ti.
Permite, oh!!! mi Señor, que yo viva mi vida en lo sobrenatural lleno de alegría para el bien y vigorosa en su empeño de santidad.
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